RESILIENCIA
UN CUENTO DE PIAMONTE Y VENETO
Esta es la fascinante historia de Julieta. Una chica de la alta sociedad de Verona que, a raíz del suicidio de su amante, tuvo que abandonar su hogar para refugiarse en Turín, a muchos kilómetros de distancia y en pleno corazón del Piamonte. Ahora bien, quizás nuestros lectores tengan curiosidad por conocer los pormenores de la tragedia, pero no tenemos mucha información al respecto, salvo que Julieta también estuvo a punto de perder la vida y que todo el lío se debió a una rencilla entre los familiares de los muchachos. Pero cualquiera haya sido el motivo, lo que sí podemos afirmar es que el escándalo que se formó fue tan grande, que los padres de Julieta tuvieron que sacarla de Verona para librarse de la vergüenza y del acoso de sus coterráneos.
Lo cierto del caso, es que Julieta vivió muchos años en Turín y durante ese tiempo tuvo una existencia realmente envidiable. Podría decirse que vivía como una princesa. Rodeada de las comodidades y lujos que solo podía proporcionar una fortuna como la de sus padres. Pero, aparte del dinero, debemos admitir que la chica también tenía lo suyo. De hecho, sus encantos naturales, sus refinados modales, sus amplios conocimientos sobre el vino y su extraordinario ingenio le habían granjeado el respeto, la admiración y el afecto de la aristocracia piamontesa. A tal punto, que con frecuencia se le veía en los elegantes salones de Turín disertando sobre literatura y enología. Si, así como lo oyen. Resulta que, para mantenerse ocupada y olvidar su tormentoso pasado, Julieta se había dedicado a la lectura de los grandes clásicos y a coleccionar vinos de alta gama. Y cuando decimos vinos de alta gama, nos referimos a los prestigiosos vinos de Piamonte.
Para comenzar, en la bodega de su casa guardaba cientos de botellas de vino provenientes de Langhe, que es una región que se encuentra al sur de las ciudades de Torino y Asti, en las colinas que bordean al río Tanaro. Resulta ser, que estas colinas tienen suelos de mármol calcáreo que son propicios para el cultivo de la uva Nebbiolo, la cual es una variedad tinta que se caracteriza por su piel delgada, sus bajos rendimientos y una maduración tardía, pero que es capaz de producir algunos de los mejores vinos tintos del mundo.
En términos generales, podemos afirmar que la Nebbiolo es la variedad de uva más importante del Piamonte, ya que con ella se producen vinos corpulentos, con buena acidez y altos niveles de alcohol, que se caracterizan además por su potencial de guarda y una gran complejidad, en la cual se destacan los aromas de frutas moras, rosa, regaliz, madera, especies, vainilla y heno.
Pero de los vinos producidos con uva Nebbiolo, el más prestigioso, sin lugar a dudas, es el Barolo DOCG (Denominación de Origen Controlada y Garantizada). Este vino de fama mundial tiene un color rojo granate, y en boca se presenta seco, robusto y aterciopelado. Se trata de un vino con más de 13% de alcohol que debe envejecer por lo menos dos años en barricas de roble. Es más, cuando el Barolo tiene cuatro años de añejamiento es clasificado como "Riserva", y a partir de los cinco años adquiere la mención de "Riserva Speciale". Sin embargo, Barolo no es la única denominación destacada de Piamonte. Son también dignos de mención los vinos de Barbaresco y Langhe, muy parecidos a Barolo, y los vinos de Roero, Barbera, Dolcetto y Dogliani. Ahora bien, aparte de sus excelentes vinos tintos, Julieta siempre tenía un espacio reservado para los vinos blancos, los cuales servía con frutos de mar o en elegantes veladas al fresco durante los cálidos días de verano. Entre estos caldos podemos mencionar los refrescantes vinos de Gavi, producidos con uvas Cortese y Timorasso, así como los Erbaluce di Caluso, provenientes de Turín, y los archiconocidos espumantes y vinos dulces de Asti. En conclusión, a Julieta no le faltaba nada. Tenía una vida de ensueño. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Y nada dura para siempre.
Justo cuando había superado sus traumas, y sentía que había encontrado la paz, Julieta recibe una carta proveniente de Verona en donde le informan que sus padres habían muerto. Pero eso no era todo. En la misiva también le pedían que regresara a Verona cuanto antes a fin de que resolviera un asunto de extrema gravedad. Resulta que, después de muchos años de gastos dispendiosos, la fortuna de su familia se había desvanecido casi por completo. A tal punto, que todas las propiedades en Verona, es decir, el banco, las tiendas, las caballerizas, la casa de sus padres e incluso los muebles y cuadros habían sido vendidos para cancelar compromisos financieros. Lo único que quedaba libre de deudas, era el viñedo de Valpolicella que había pertenecido a sus abuelos y que ahora ella debía reclamar como legítima heredera. En resumen, la desgracia una vez más había tocado a su puerta. Por lo que, sin pensarlo, empacó sus maletas y regresó al Veneto de la misma manera en la que había salido de ahí. Sola, con la frente en alto y el corazón partido.
Varios días después, cuando Julieta llegó a su viñedo y paseó la vista sobre las verdes y suaves colinas, felices episodios del pasado regresaron a su memoria. Sin embargo, el romanticismo no le duró mucho tiempo. La pobre estaba llegando en pleno verano y en medio de un bochorno de padre y señor nuestro, por lo que apenas vio a un grupo de campesinos les pidió de urgencia que le dieran algo de beber. Pero, cuál no sería su sorpresa, cuando ve que le traen un vaso de un vino tinto dulce llamado Recioto.
La verdad es que, con aquel calor infernal, hubiera preferido un vaso de agua, aunque fuera del grifo, o un vino tinto joven de Valpolicella o, mejor aún, una copa de algún vino blanco del Veneto. Como, por ejemplo, una copa de Soave, que es un vino ligero que se produce en Verona con uva Garganega y que tiene muchísimos adeptos en Italia. O incluso una copa de Prosecco, que es un espumante afrutado y elegante producido con uva Glera mediante el método Charmat. Pero no, eso era mucho pedir en aquel modesto paraje, por lo que no le quedó más remedio que beberse el fulano Recioto, sin chistar y con una inocente sonrisa en el rostro. Aunque después de esa experiencia extrema, llegó al convencimiento de que tenía que hacer algo al respecto.
Al día siguiente, tan pronto salió el sol, lo primero que hizo Julieta fue recorrer el viñedo para ver en qué condiciones estaba. Por fortuna, la propiedad se ubicaba en la parte alta de Valpolicella, que es la zona que cuenta con los mejores viñedos y a la que se conoce como Valpolicella Classico. Ahora bien, para que nos ubiquemos en el mapa, la región de Valpolicella nace a orillas del lago Garda y se extiende por la zona oriental del lago hasta adentrarse en las colinas del norte de Verona. La zona más cercana al lago se llama Bardolino, y allí los suelos aluvionales producen vinos jóvenes, amigables y con un tenor de alcohol que oscila entre el 11% y el 12%. Sin embargo, en la medida en que nos alejamos del lago, los suelos comienzan a tener una mayor concentración de arcilla calcárea y granitos glaciares que aportan intensidad y carácter a los vinos, y esa es la razón por la cual los viñedos de Valpolicella Classico son considerados como los mejores de la región y de todo el Veneto. Ahora bien, hasta ahí todo iba de maravilla, pero aún le faltaba saber en qué condiciones se encontraban las vides y el vino que se producía en su bodega.
Bueno, resulta que en la región de Valpolicella solo se cultivan uvas tintas. Predominantemente la uva Corvina, y en menor proporción las uvas Molinara, Rondinella y Corvinone. Sin embargo, el bajo contenido de azúcar de la uva Corvina y el frío continental de la región no permiten producir vinos con más de 12% de alcohol. Por tal motivo, los vinicultores han usado desde la antigüedad un método para incrementar el alcohol que es conocido como “Appassimento”, y que consiste en tender las uvas en esteras durante el otoño hasta que las uvas se deshidratan y se concentra el azúcar, en otras palabras, hasta que las uvas se vuelven pasas.
Con este método se producen unos vinos dulces con 13% de alcohol que son conocidos como “Recioto della Valpolicella”. No obstante, a pesar de que estos vinos han gozado de una fama ancestral, a nuestra querida Julieta no la terminaban de convencer. Por supuesto que disfrutaba de una copa de Recioto de vez en cuando, aparte de que los consideraba muy apropiados para acompañar tartas, biscochos y uno que otro queso, pero en realidad, lo que ella deseaba era producir un vino con la elegancia y corpulencia de los vinos que ella coleccionaba en Piamonte. Algo así como un Barolo o un Barbaresco. Entonces, empeñada en obtener un vino moderno, elegante y que estuviera a la altura de los exigentes paladares de la época, le dio vueltas a la cabeza hasta que un día se le ocurrió algo absolutamente novedoso.
Basándose en la técnica del appassimento, Julieta se las ingenió para prolongar la fermentación del Recioto por 30 días más de lo acostumbrado; con lo cual logró reducir el azúcar y elevar el tenor de alcohol hasta 15% y 17% del volumen. Adicionalmente, aplicó una crianza en toneles de roble por dos años, con lo cual se suavizaron los taninos y se definieron los aromas característicos del terruño y la variedad. Todo esto le permitió a Julieta obtener un vino seco, corpulento, elegante y con un final ligeramente amargo, razón por la cual lo llamó “Amarone della Valpolicella”. A veces los altos costos de producción del Amarone la ponían en aprietos, pero llegó el día en que el vino salió al mercado y entonces el éxito fue rotundo. Y la voz se regó como pólvora. Y las ventas no pararon de crecer. Y Julieta amasó una fortuna. Y todo el mundo la quería. Y el negocio marchaba sobre ruedas. Y parecía que al fin había encontrado la felicidad. Pero no. Desafortunadamente no todo lo que brilla es oro. Y nada dura para siempre.
Por segunda vez en lo que iba de siglo, una guerra mundial se desataba en Europa cubriéndola con un manto de destrucción y muerte. En tan solo un abrir y cerrar de ojos todo se vino abajo. Absolutamente todo. Incluyendo la vida de millones de seres humanos, la libertad, la dignidad, la justicia, la economía y, por supuesto, la venta de artículos de lujo y vinos caros como el Amarone. En fin, fueron largos años de sacrificios, sufrimiento y miseria. Pero si algo tenía esta mujer, era esa gran capacidad de sobreponerse a las vicisitudes y superar la adversidad. Por lo que apenas terminó la guerra y las aguas volvieron a su cauce, se puso a trabajar incansablemente, día y noche, hasta que se le ocurrió una nueva idea.
En virtud de que las uvas pasas utilizadas en el Amarone quedaban cargadas de azúcar, lo que hizo Julieta fue macerarlas con un vino joven hasta que se produjo una segunda fermentación y, por consiguiente, un nuevo vino. Con este proceso logró además que se liberaran los colores y taninos remanentes de las uvas, haciendo que el vino adquiriera mayor cuerpo e intensidad. El resultado fue un vino con la expresividad de un Valpolicella Classico y la corpulencia de un Amarone della Valpolicella, con la ventaja adicional de que podía ser añejado por largo tiempo y darle mayor complejidad. En otras palabras, se trataba de un repaso del Amarone, y de allí deriva su nombre “Ripasso”. Como sea, con los años este vino comenzó a ganar enorme popularidad entre los consumidores, y no solo por sus atributos, sino por sus precios más bajos que el Amarone. En resumen, no pasó mucho tiempo antes de que Julieta recuperara de nuevo su fama, su prestigio y su enorme fortuna.
Ahora bien, los expertos aseguran que el Ripasso fue una receta original de las bodegas Masi, y que se comercializó por allá en 1960 bajo el nombre “Campofiorin Masi Ripasso”. Lo más probable es que los expertos tengan razón. Pero, indistintamente de quien lo haya inventado, lo que podemos afirmar es que Julieta no desaprovechó la oportunidad e hizo lo que debía hacer y en el momento oportuno. Después de todo, ella era una de esas guerreras que en más de una ocasión había tenido que lidiar con la muerte y las vacas flacas y, por lo tanto, no le tenía miedo al éxito ni al fracaso. Además, la vida le había enseñado dos cosas. No todo lo que brilla es oro. Y nada dura para siempre.
Colorín Colorado. Este cuento se ha acabado.
SALUD
Cuento inspirado en vinos, lugares y hechos de la vida real. Los personajes son ficticios. Cualquier similitud con alguien conocido es mera coincidencia.