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A decir verdad, nadie sabe a ciencia cierta cuál es el origen de la uva Syrah; algunos expertos opinan que es una variedad autóctona de Persia, otros rastrean sus orígenes en el Norte de África, mientras otros afirman que es una variedad mutante que surgió en Sicilia después de muchos años de cruces entre las variedades autóctonas de la isla y las variedades traídas por los antiguos griegos. Sin embargo, lo único cierto y comprobable es que la uva Syrah, tal como la conocemos en la actualidad, es una variedad que se ha posicionado en el mapa vitivinícola mundial gracias a los vinos que se producen en la Costa del Ródano en Francia.

A ambos márgenes del río Ródano, desde la parte más septentrional, cerca de la ciudad de Lyon, hasta las zonas más meridionales en el Mar Mediterráneo, donde finalmente desemboca el río, nos podemos encontrar con vinos Syrah de excepcional calidad que han gozado de fama desde tiempos inmemoriales y que son el marco de referencia para cualquier vino de esta cepa que se produzca en el mundo. Sin embargo, lo que hace a la Syrah una variedad tan fascinante, es su versatilidad, su gran concentración de taninos y la capacidad de adaptación a los diferentes terruños. Por ejemplo, en el Ródano Septentrional, en donde los suelos son graníticos y el clima frío, tales como Côte Rôtie, Saint Joseph y Hermitage, los vinos suelen ser expresivos, con buena acidez, estructurados, corpulentos y muy elegantes; con aromas de violetas, frambuesas, pimienta negra y especies dulces.

Desde el año 1970, y gracias a la fama de los vinos del Ródano, la Syrah ha ido ganando terreno en la producción de vinos ensamblados y varietales en muchos países. Ejemplo de esto son los vinos de Sonoma y Santa Bárbara en California, de Swartland y Stellenbosh en Sudáfrica, y de Barossa y Coonawarra en Australia. En América del Sur, la uva Syrah también ha tenido una presencia y un impulso realmente importantes, con la producción de vinos de corte y vinos varietales que no le envidian nada a los Syrah de Australia, Sudáfrica o California, y que darán mucho de que hablar en los años venideros. Este es el caso de Argentina y Chile, países que gozan de una enorme diversidad de suelos, climas y altitudes en los cuales la variedad Syrah expresa su gran potencial y versatilidad para ofrecernos una amplia gama de estilos. A continuación, comparto con ustedes cuatro vinos Syrah que recomiendo altamente por su excelente relación calidad-precio.

  •        Cuvée Alexandre Syrah – Bodegas Lapostolle, Colchagua, Rapel-Chile – El savoir-faire de la casa Lapostolle, aunado a un clima mediterráneo semiárido y a los suelos de arcilla granítica del Valle de Colchagua, han sido factores fundamentales en la elaboración de este Syrah de color púrpura profundo. Se trata de un vino goloso, licoroso (15% alcohol), de buen cuerpo y estructura, con intensos aromas de frutas moras, ciruelas, cerezas, notas cárnicas y aromas terciarios de tabaco y cacao. Su paso por boca es envolvente, con taninos mullidos y un final persistente gracias a su esmerada elaboración (maceración pre y post fermentativa, fermentación maloláctica y crianza durante 14 meses en roble francés de primer y segundo uso). Maridajes: Asados, anticuchos, cordero, carne de caza y guisos de cocción larga.

  •      LOF Premium Syrah – Maipo-Chile – De la mano del enólogo Germán Lyon nos llega este vino de autor en un estilo moderno que sorprende por su estructura, su expresividad y la complejidad de sus aromas y sabores. De color rubí profundo y borde violeta, en nariz se nos presenta limpio y perfumado; con aromas de frutas rojas, moras, especies y un delicado fondo de madera. Su recorrido en boca es vibrante; marcado por una buena acidez, carácter frutal, un toque de mineralidad, cuerpo medio (13,5% alcohol), taninos aterciopelados, y aromas de fruta madura, hierbas finas, torrefacción y notas especiadas. Una lenta maceración, aunado a la fermentación maloláctica y a la crianza en roble francés durante 22 meses, le aportan gran complejidad, concentración de taninos y un final prolongado y elegante. Nos encontramos ante un caldo seductor de la región Maipo-Andes; trabajado con esmero, con buen potencial de guarda y con una excelente relación calidad-precio. Maridajes: Asados, cabrito, cordero, champiñones, jamón ibérico y quesos madurados.   

  •      Gran Syrah – Finca Las Moras,  Tulum, Zonda y Pedernal, San Juan-Argentina – Las grandes variaciones de altitud y la amplitud térmica de los valles de San Juan, nos ofrecen este caldo de color rubí intenso, con reflejos violáceos, y aromas de frutas maduras y notas especiadas en primera impresión. En boca se presenta generoso, corpulento (14,5% alcohol), con buena acidez, con taninos aterciopelados y complejidad aromática de frutas rojas y negras, eucaliptus, menta, regaliz, especies, tonos ahumados y las notas dulces de chocolate, canela y madera, producto de una crianza de 18 meses en toneles de roble francés y americano de primer uso. El final es largo y elegante. Buen potencial de guarda y buena relación valor-precio.  Maridajes: Guisos especiados, Tahine de cordero, ossobuco y cocina mediterránea.

  •      Iscay, Bodegas Trapiche, Valle de Uco, Mendoza-Argentina – Vino de corte de color rubí profundo, con una nariz intensa de frutos rojos, moras, ciruelas y notas florales y especiadas. En boca se presenta voluptuoso, con una gran concentración de frutas rojas, ciruela, pimienta y madera. Taninos aterciopelados y dulces. Corpulento y muy bien estructurado gracias a su crianza de 15 meses en roble francés y a su ensamblaje con una pequeña proporción de uva Viognier. El final es prolongado y elegante. Un vino de gran calidad, en donde se conjugan la modernidad con el clasicismo de los grandes vinos del Ródano. Buen potencial de guarda. Maridajes: Asados, caza menor, cabrito, cordero y quesos madurados.

Fotografías cortesía de Unsplashed-images