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¿Qué es un Cuvée de Prestige?

A todos nos ha pasado que hemos ido a la licorería con el firme propósito de comprar un Champagne para celebrar una ocasión especial, y nos topamos con algunos ejemplares que tienen unos precios exorbitantes, en ocasiones hasta cuatro veces más costosos que el Champagne tradicional producido por la misma casa o  productor. Si este es el caso, entonces estamos en presencia de un Cuvée de Prestige, como por ejemplo el icónico y archiconocido Dom Perignon. Ahora bien, a pesar de que muchos de nosotros hemos deseado alguna vez degustar uno de estos caldos, y que nos encantaría llevar a casa al menos una botellita, aunque sea para alardear, la verdad es que siempre nos abstenemos de comprarlos; bien sea porque nuestro bolsillo no se ajusta a los precios o porque, a pesar de contar con los recursos, no sabemos si en realidad vale la pena hacer el gasto adicional. En este punto, el razonamiento por lo general suele ser el siguiente: Intuimos que el producto es de superior calidad, pero nos abstenemos de comprarlo por considerar que nuestros paladares y conocimientos no están a la altura, o pensamos que se trata de una estrategia de marketing basada en la fama del producto y, por consiguiente, la diferencia en calidad no es tan notoria como para que se justifique el gasto. Lo cierto es que, cualquiera sea la razón, la vida pasa y seguimos sin haber degustado un Cuvée de Prestige. Sin embargo, para despejar las dudas que aún persisten, es menester aclarar que, en efecto, si existe una diferencia notable de calidad entre los Champagne tradicionales sin añada y los Champagne conocidos como Milesimé o Cuvée de Prestige.

A diferencia de un Champagne tradicional sin añada, que tiene una crianza de entre 2 y 3 años, un Cuvée de Champagne reposa sobre sus lías por un período de entre 5 y 10 años, dependiendo del productor. El resultado final es un espumante estructurado, de burbuja fina y persistente, con gran intensidad y complejidad aromática, con un largo final y una enorme capacidad de envejecimiento que permite al vino evolucionar por largos años. En pocas palabras, un Cuvée de Prestige es un Champagne de una calidad excepcional; de prestigio, como lo indica su nombre, y por ello hay un precio que pagar.  

Hoy en día, la mayoría de las 300 Maisons de Champagne nos ofrecen sus versiones del Cuvée de Prestige, entre los cuales podemos mencionar a: Dom Perignon de la casa Möet & Chandon; Krug Grand Cuvée y Clos du Mesnil de la casa Krug; La Grande Dame de Veuve Clicquot; Dom Ruinart de Ruinart; Belle Epoque de Perrier Jouët; Comtes de Champagne de Taittinger; Sir Winston Churchill de Pol Roger: Grand Siecle de Laurent Perrier; Cuvée Nicolas François de Billecart Salmon; Clos de Goisses de la casa Philipponnat y RD de Bollinger, entre tantos otros.

Tal como lo mencionáramos anteriormente, cada una de estas referencias tiene una fórmula de elaboración y una personalidad que les son únicas, y que expresan fielmente las propiedades del terruño y el estilo de cada productor. Ahora bien, degustar un Cuvée de Prestige, indistintamente de la marca, es entrar a una nueva dimensión de emociones, de sensaciones organolépticas y de sobresaltos para el bolsillo, pero poder degustar alguno, además de ser un lujo y un privilegio, es corroborar que el Champagne no se conforma con ser el mejor espumante del mundo, sino que además está en constante búsqueda de superarse a sí mismo.

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